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EXPANSION DEL AMOR Ain-Karim, patria de Juan el Bautista, se halla a unos siete kilómetros de Jerusalén. Lugar ameno, situado en la montaña de Judá, ofrece al viajero la quietud reman– sada de su valle florido. La rodean viñedos plantados en bancales situados en la falda de la montaña. Allí la vida, en primavera. muestra su exuberancia primorosa, y la estancia se hace en gran manera apacible. En esta pequeña población vivía un sacerdote llama– do Zacarias, cuya esposa tenía por nombre Isabel. Los dos eran virtuosos y daban prueba de su virtud guardando inviolables los preceptos del Señor. Una venerable an– cianidad los hacía aún más dignos de amor y de respeto. Un día ej ereiendo sus funciones sacerdotales en el Templo, tuvo Zaearías la visión de un ángel de Dios, quien le anunció la concepción y el nacimiento de un hijo que había de darle su anciana esposa. Zaca¡rías vaciló algún' tanto ante la promesa del Señor, y por ella quedó mudo hasta que viniese al mundo el hijo del milagro. Eran cumplidos los seis meses después de la visión del ángel y la preñez de Isabel. Maria, la Virgen Nazarena, había recibido el mensaje del cielo y había concebido en su seno al Verbo de Dios. Su alma se abrasaba de amor. y no cabía en sí de gozo por albergar en sus purísimas entrañas tan precioso tesoro. 11

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