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MUSTIA FLOR QUE REVIVE En la casa de Jairo, príncipe de la sinagoga de Ca– farnaúm, se está muriendo su hijita de doce años. Su ma– dre la atiende y mima con la mayor ternura, como a su más querido teso,ro. Mientras la mañana suave y cristali– na se va deslizando, madre e hija dialogan en la cámara donde la niña yace acostada: MADRE. -·· Duerme, vida mía, duerme que tu madre velará por ti como un ángel de guarda. HIJA. -- Madre, yo no puedo dormir por más que lo intente... iEstoy muy malita!... A cada instante que pasa. me parece que estoy oyendo el piafar de un caballo. Debe ser el caballo de la muerte que corre volando a segar mi vida. MADRE. el corazón. No seguida sanas. No me hables así, hija mía, que me partes pienses en esas cosas. Ya verás cómo en HIJA. - lSanar? ... iimposible! ... iTengo un frío!. .. Siento como una corriente de hielo que invade mi cuerpo y se va acercando a mi corazón para ahogarlo ... iAy, ma– dre, yo me muero! MADRE. iCáL"llate, por Dios, flor mía! HIJA. Sí, soy flor que ya está para troncharse y ser arrebatada por el vendaval. MADRE. De nuevo te digo que no me hables así. 138

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