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SE FRAGUA LA TORMENTA Se celeb¡aba una fiesta en Jerusalén. Jesús se dispuso a partir allá para tomar parte en ella. Dejó por algún ) tiempo el ministerio apostólico comenzado en Galilea, se unió a una de las caravanas que se dirigían a la Ciudad Santa y llegó con tiempo a la fiesta. Durante su estancia en Jerusalén quiso seguir espar– ciendo el perfume de su bondad, obrando prodigios, dan– do a conocer su celestial doctrina. Había en Jerusalén al lado de la Puerta Probática o de las ovejas, llamada así porque por allí eran introdu– cidos los animales destinados a los sacrificios, una pisci– na cuyo nombre en hebreo era Betzata. Se hallaba tuera del Templo, aunque muy próxima a él, en el angulo noroeste. Era un vasto recipiente de !arma rectangular. rodea– da de cuatro pórticos y dividida por la mitad en dos par– tes por un quinto pórtico. Esta piscina se alimentaba por un manantial de aguas intermitentes y termales. Los pórticos se hallaban cubiertos para guarecer el suelo del sol y la lluvia. Había allí una multitud de enfermos de todas clases: ciegos, cojos, mancos. Unos estaban acostados sobre es– teras o camillas y otros yacían sobre las desnudas baldo– sas, esperaban de un momento a otro el movimiento del 108