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de aquel Joven Maestro, que hablaba con hombres de mal vivir y quería darles lecciones. Entre tanto, aquellas palabras de Jesús quedaron flo– tando entre los comensales como un regalo del cielo. Aque– llos hombres, rechazados por los que se tenían por hon– rados y puros, encontraban algo nuevo en lo que Jesús decía. Sus corazones se llenaban de ternura, amor y con– fianza. Estaban firmemente persuadidos de que para ellos había venido la redención. Jesús era el médico de la humanidad doliente que venía a ofrecer la salud a los enfermos, el perdón y la gracia a los pecadores. El traía al mundo la más g¡rande renovación espiritual. Jesús volvió a recorrer los caminos de su apostolado; mas no tardaron en presentarse los fariseos ante El. Se– guían escandalizados de su miserico,rdia y amable trato. Aunque en esta ocasión no iban solos; buscaron a algu– nos de los discípulos de Juan el Bautista y juntamente con ellos fueron a su encuentro para proponerle esta cuestión: ¿por qué razón ayunan tan a menudo los discípu– los de Juan y los de los fariseos y hacen oración. y los tu– yos no ayunan sino que comen y beben? J,esús hace alusión a las palabras que en cierta oca– sión había pronunciado el Bautista llamando esposo al Mesías, cuyos caminos él preparaba, y así responde: - ¿Acaso pueden los amigÓs clel esposo hacer duelo mientras el esPoso está en su compañía? Tiempo vendrá en que el esposo les será arrebatado; entonces ayunarán. Jesús es esposo. Ha venido al mundo para celebrar sus bodas. Los que le siguen y le aman son sus amigos. No está bien que los amigos del esposo anden caritristes. Cuando el Esposo se ausente de ellos, se entregarán al más hondo duelo. La p,resencia de Jesús es como un banquete de bodas. Su ausencia todo lo envuelve en luto. 106

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