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MENSAJE CELESTE Nazaret reposa entre colinas, al Norte de la llanura de Esdrelón. Parece una rosa abierta a la luz de los cielos. Sus casitas blancas contrastan con el verdor de la campi– ña. La rodean acacias, palmeras y cactus gigantescos. Vi– ñedos, granados y olivos alegran sus contornos, elevando el alma a la contemplación de las obras de Dios. Su cielo intensamente azul se recorta por los montes vecinos. El aire es puro y diáfano. El agua corre cantarina por los arroyos. El ambiente es tranquilo y sereno. Es todo un re– manso de paz. Allí, en humilde vivienda, habita una doncella más pu– ra que la luz de la aurora, más hermosa que los mismos ángeles. Es la bendita entre todas las mujeres, la flor m.ás bella que ha producido la tierra. Se llama Maria. «No era alta, aunque rebasando una estatura media. El fino óvalo de la cara, ligeramente bronceado por el sol, tenía el color de una espiga dorada. Sus ojos eran verdes, las cejas negras y finamente arqueadas, el pelo rubio, la nariz aquilina y perfecta, los labios sonrosados, las manos y los dedos largos y delicados. Pero su mayor encanto era una belleza interior imperecedera e indescriptible. Era la más seductora de las mujeres, por ser la más casta y la más santa de las hijas de Eva» (San Epifanio). 7

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