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AUTORRETRATO DE CRISTO 95 otra vez a su calor; muestran constante rebeldía a las invitaciones de la gracia. Jesús, a cada una de esas almas, repite su lamento: «¡Alma ingrata, alma ingrata, que te empeñas en despre– ciar mi gracia! ¡ Cuántas veces he querido recogerte en mis brazos, prodigarte mis ternuras, calentar tu corazón aterido por el frío que sientes en el mundo, como la ga– llina cobija a sus polluelos bajo sus alas, y tú no has querido». ¡ Misterio incomprensible ! ¿ Quién no temerá ser como Jerusalén si desprecia la gracia de su Redentor? LA FAMILIA DE JESUS Texto evangélico Estos son mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que cumple la voluntad de mi Padre celestial, será mi hermano y mi hermana y mi madre (Mt. 12, 49-50). Ambientación del texto La fama de Jesús como Maestro y obrador de milagros se había extendido por toda Galilea. Esto llamaba la aten– ción sobre manera en Nazaret, su patria. Sus parientes estaban desconcertados. El hijo del carpintero, que de pronto abandona su 1aller, sale de su aldea, y sin prepa– ración alguna literaria se lanza a predicar y pone en con– moción los pueblos y ciudades. Aquello era inexplicable. Por eso se resolvieron ir a buscarle a Cafarnaum o a donde se hallase. Con ellos iba también María, la Madre de Jesús, aunque con muy diversas intenciones. Ella conocía la divina misión de su Hijo; pero juzgó conveniente acom– pañar a sus parientes. Llegaron a Cafarnaum. Indagaron dónde se encontraba Jesús y fueron a visitarle. Como la casa en donde se hos– pedaba el Maestro estaba rodeada de mucha gente, no pudieron acercarse a ÉL Por eso le dieron este aviso: «Tu

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