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92 C\NDIIJO DE VIÑAYO, O. F. M., CAP. ordenados afectos de. las criaturas, es condición impres– cindible para gozar de la compañía de Jesús y hacernos dignos de su recompensa. Jesús nos enseña a vivir como peregrinos y extranje– ros en este mundo. Por eso el arribo a la patria debe ser nuestra constante aspiración. Nuestra patria es el cielo y en el cielo es donde debemos tener fijos nuestros anhe– los y esperanzas. TERNURA DE JESUS Texto evangélico jCuántas veces he querido agrupar a tus hijos como la gallina cobija a sus polluelos bajo sus alas, y tú no has que– rido! (Mt. 23, 37). Ambientación del texto Jesús se acercaba a su muerte. Y a había tenido lugar su entrada triunfal en Jerusalén, en la que había recibido del pueblo agasajos de rey. Visitaba el Templo, instruía a sus discípulos, confundía a sus adversarios, enseñaba al pueblo, lanzaba anatemas contra los escribas y fariseos. Faltaban sólo tres días para ser víctima de la perver– sidad judía. Recordaba entonces la rebeldía de aquel pue– blo escogido por Dios, que tan mal había correspondido a los divinos llamamientos tantas veces reiterados. Venía a su mente la mala acogida que habían dado a los profetas ; reYolvía en su alma el rechazo del mensaje que Él mismo les había hecho como Enviado de Dios y la persecución que habían de sufrir sus discípulos por parte de aquella generación ingrata y rebelde. Sobre, todo, le llenaba de amargura el pensamiento de la futura ruina que un día vendría sobre aquella ciudad deicida. Pensamiento que el mismo día de su triunfo le hizo prorrumpir en hondos sollozos. De nuevo ahora se sentía afectado por una tristeza íntima, y dejó correr al exterior el raudal de ternura que
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