BCCCAP00000000000000000000500

88 CÁNDIDO DE VIÑAYO, O. F. M., CAP. pendiar toda su vida en esta frase: Yo hago siempre lo que es de su agrado. Llega el momento de partir de este mundo. Ya se ve en la cruz horriblemente atormentado. La sangre se es– capa de sus venas y arterias. Va a exhalar el postrer sus– piro. Dirige entonces su mirada por toda su vida, y vién– dola totalmente empleada en el servicio del Padre, excla– ma: «Todo se ha consumado» (Jn. 19, 30). «Mi v-ida acaba como empezó: con una ofrenda filial, amorosa, completa al Padre. He cumplido en todo su voluntad. He hecho siempre lo que es de su agrado». Nuestra perfección está en imitar a Jesús en cuanto nos sea posible. Y nos asemejaremos a Jesús si nos apro– piamos sus palabras y las hacemos programa de nuestra vida, de forma que repitamos con toda verdad: «Dios está conmigo. Yo vivo en unión con Él, porque siempre hago lo que es de su agrado». Hacer siempre lo que agrada a Dios es imitar a Cristo. Es hacerse santo. Y para agradar a Dios, ante todo de– bemos evitar todo aquello que pueda ofenderle o disgus– tarle. El pecado mortal o venial, la pereza, la imperfec– ción en su divino servicio contrarían su ·voluntad, le des– agradan. Todo esto hay que esforzarse por eliminarlo de nuestra vida. Mas Dios no se contenta con una santidad meramente negativa. Precisamos añadir la positiva, que consiste en ejercitarnos en santas obras. Obras de piedad para con Dios, de caridad para con nuestro prójimo, de rectitud para con nosotros mismos, de exactitud en el cumplimien– to del propio deber. Si queremos, como Jesús, agradar siempre a Dios, he– mos de ajustamos a este programa de vida espiritual: «Apártate del mal y haz el bien. Evita el pecado y practica la virtud». En todo momento, antes de obrar debiéramos hacer– nos estas preguntas: «¿ Qué desea Dios de mí? ¿ Qué puedo hacer para agradarle?» Unicamente ajustándonos a esta regla de conducta po– demos reproducir en nosotros con exactitud la ima¡en de r

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz