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AUTORRETRATO DE CRISTO 87 voluntad creen en ÉL Los celosos observantes de las pres– cripciones mosaicas y los doctores de la ley se escanda– lizan de Él y lo abandonan. No importa: hay quien da testimonio de Él y le cubre de gloria. Es el Padre, con quien Él vive íntimamente unido, y así puede decir: El que me envió está conmigo; no me deja solo, porque hago siempre lo que es de su agrado. Reflexiones Toda la vida de Jesús podemos compendiarla en esta frase pronunciada por Él en uno de los atrios del Templo. Jesús no está solo. Vive en unión con el Padre. Él, como Verbo de Dios, tiene con el Padre identidad de esencia. Como hombre es objeto del amor, de la complacencia, de la asistencia perpetua del Padre. Y esta unión íntima con el Padre hace que todo cuanto Jesús obra sea santificado, agradable a los ojos del Padre. Jesús es el Hijo tierna– mente amado, dedicado al servicio del Padre. Por eso le agrada en todas las cosas. Y para agradar al Padre se entrega por completo al cumplimiento de su voluntad. Lo primero que hizo al encarnarse en el purísimo seno de la Virgen María, fue ofrendar su vida al servicio del Padre, diciéndole: «Heme aquí, que vengo para hacer tu voluntad» (Heb. 10, 7). Es decir, te consagro mi vida en– tera. Los latidos todos de mi corazón se dirigirán siempre a Ti. Mis palabras no serán más que un canto de amor a tu gloria. Mis obras, un homenaje del más fervoroso hijo». Y Jesús, consagrado al servicio del Padre, no hace otra cosa durante su peregrinar por el mundo más que cum– plir en todo su voluntad. No tiene otro ideal que agradar al Padre. Nace en Belén en la mayor pobreza; soporta el trabajo de Nazaret; recorre los campos de Galilea y de Judea; predica el Evangelio; obra milagros; acepta mil trabajos y privaciones. Y todo esto lo hace puestos los ojos, el alma y el corazón en el Padre. Con sus pensa– mientos, palabras y obras no busca otra cosa sino el be– neplácito del que le envió al mundo. Muy bien puede com- o