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84 CÁNDIDO DE VIÑAYO, O. F. M., CAP. desconcertados. Ya comenzaban a pensar que tal vez al– guno le había traído algunas 1 ..-iandas mientras ellos se ha– llaban ausentes. Entonces Jesús les declara su pensa– miento, diciéndoles: Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo su obra. Y como una ampliación de esta confidencia que les ha– bía hecho, tomando la comparación del campo cuando la mies está madura, les advierte que ya es hora de la siega espiritual que Él desea hacer en el mundo, siega que es la predicación del Evangelio. Reflexiones Si tendemos nuestra mirada por la sociedad actual, vemos cómo muchos hombres no se preocupan más que de las cosas materiales: la comida, el vestido, la casa con– fortable y todo lo demás que satisface las necesidades cor– porales y hace agradable la vida. Jesús sabe elevarse so– bre todas las preocupaciones terrenas. Es verdad que ali– menta su cuerpo; pero más que todo desea satisfacer el hambre de su espíritu. Por eso dice a sus discípulos: Yo tengo para alimentarme otro manjar que vosotros no co– nocéis. No hay duda: Jesús abriga en su alma sublimes aspi– raciones. Saborea un manjar que los hombres descono– cen. Tiene el pensamiento en cosas más altas que las que absorben a los míseros humanos. Vive preocupado por asuntos más serios e importantes. La ilusión de toda su vida es trabajar por la gloria de Dios y la salvación de las almas. Para esto vino al mundo. Llegó la hora de comenzar a realizar sus deseos. Ya está alimentando su alma en el cumplimiento de su mi– sión divina. Se explican sus palabras: Mi alimento es ha– cer la voluntad de Aqiul que me ha enviado y llevar a cabo su obra. La voluntad del Ptdre que le envió al mundo es que Jesús manifieste a los hombres su divino mensaje y esta– blezca en ellos el reino de Dios. Su predicación, su ora-
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