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AUTORRETRATO DE CRISTO 83 sarniento y el corazón. Pensar en Dios y amarle lo más continuamente posible son dos cosas imprescindibles para el desarrollo de nuestra vida interior. Si vivimos abstraídos con las cosas y negocios de este mundo y por ello nos olvidarnos de Dios; si nuestros afectos a las criaturas menguan la divina caridad, es im– posible que nuestra vida interior tenga ·verdaderos pro– gresos. Es preciso que nuestra comunicación con Dios sea con– tinua o al menos frecuente. La mirada fija en Dios y el corazón anclado en Él es lo que nos puede hacer seme– jantes a Jesús, perfecto modelo de vida interior. Entonces podremos con verdad decir: «Yo estoy en Dios y Dios está en mí». EL MA.t~JAR ÚE JESUS Texto evangélico Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha en– viado y llevar a cabo su obra (J n. 4, 34). Ambientación del texto Se hallaba Jesús hablando con la Samaritana al pie del pozo de Jacob. Entre tanto los discípulos habían ido a buscar provisiones para comer: tortas, higos secos, pa– sas, aceitunas o cosas semejantes. Al regresar, los discípu– los, viendo a Jesús con la Samaritana, se quedaron extra– ñados de que hablara a solas con una mujer. Mas no se atrevieron a decirle nada. Se marchó la mujer a la ciudad y ellos comenzaron la refección. Jesús, aunque, al parecer, se hallaba en ayunas, estaba como absorto en sus pensamientos y no hacía caso de la' comida. Alguien le dijo: «Maestro, come». Pero el Maestro, más que el manjar coropral, apetecía el del es– píritu. Por eso dijo a los discípulos: « Yo tengo para ali– mentarme otro manjar que vosotros no conocéis». Nuevas sorpresas para los discípulos. Estaban como

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