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AUTORRETRATO DE CRISTO 71 ¡ Dichosos los que voluntariamente se someten al sua– vísimo imperio de Jesús! La gracia, la paz y el amor que resplandecen en sus banderas se derraman sobre las al– mas de todos aquellos que acatan las leyes de su reinado. Puede ser que padezcan contrariedades, trabajos, perse– cuciones; pero con Jesús todo se soporta valientemente, hasta saber morir con este grito en los labios, como han muerto muchos mártires de los tiempos modernos : « ¡ Vi– va Cristo Rey ! » Es que servir a Cristo es ya reinar en esta vida. Rei– nar sobre las propias pasiones, sobre el mundo y sus má– ximas perversas, sobre el demonio y sus asechanzas. Y sobre todo es asegurar el reino de los cielos. El reino de Jesús no es de este mundo. Tampoco d cristiano ha de buscar la felicidad aquí abajo. Sus aspi– raciones deben remontarse sobre todas las miserias hu– manas. Sólo así sabrá reinar con Cristo en el tiempo y en la eternidad. JESUS MAS QUE TODOS Texto evangélico Aquí tenéis uno que es mayor que Jonás ... Aquí tenéi& uno que es mayor que Salomón (Mt. 12, 41 y 42). Ambientación del texto Se había reunido en torno de Jesús mucha gente para oír sus palabras. Hablaba El y nadie osaba contradecirle. De pronto algunos escribas y fariseos, aunque no tenían nada que replicarle, le formulan un deseo que venía a ser un desafío disimulado. <<Maestro-le dicen-, queremos ver una señal mesiánica de tu parte» (Mt. 12, 38). Ya había obrado Jesús multitud de milagros que pro– baban su divina misión. Estos milagros los había visto el pueblo ; pero sus adversarios se empeñaban en cerrar sus ojos a la realidad. Ahora se les ocurría exigir un pro– digio ostentoso, algo así como fuego bajado del cielo,

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