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70 CÁNDIDO DE VIÑAYO, O. F. M., CAP. corazones por su amabilidad. Su reino, como canta la Liturgia de la Iglesia en la fiesta de Cristo Rey, es «reino de verdad y de vida, reino de santidad y de gracia, reino de justicia, de amor y de paz» (Prefacio). Como el reino de Jesús es espiritual, para su conquista no utiliza medios humanos. No tiene soldados, ni máqui– nas de guerra, ni dinero, ni ninguna otra cosa de las que utilizan los hombres para el triunfo. Todo esto lo ha re– nunciado. Es más: en vez de venir al mundo rodeado de riqueza y bienestar, se abrazó con la pobreza y la humil– dad. En vez de nacer en elegante palacio, nació en una miserable gruta COJJlO un pobre vagabundo. Tampoco pone en juego los poderes materiales que posee como Hijo de Dios. Se lo manifiesta con toda claridad a Pila– tos: Si de este mundo fuera mi reino, mis partidarios habrían luchado para que Yo no fuese puesto en manos de los judíos. Los partidarios de Jesús podemos decir que son todos los elementos, todas las criaturas visibles e invisibles. Él tiene absoluto dominio en el cielo y en la tierra, porque es Dios. Él, no obstante su pobreza y su humildad, pudiera mandar legiones de ángeles que lo de– fendiesen y que todo cuanto hay en el cielo y en la tierra se conjurara para defender sus derechos. Pero no lo hace. La razón la da el mismo Jesús, di– ciendo: Mi reino no es de aquí. Él había dicho en otra ocasión a los judíos : « Yo soy de arriba... Yo no soy de este mundo" (Jn. 8, 23). Estas palabras no sólo manifies– tan el origen divino de Jesús, sino también sus aspiracio– nes y deseos, que están muy por encima de todos los jui– cios de los hombres. Jesús es del cielo y no aspira sino a conquistar para el cielo innumerables almas. El reino de Jesús no es de aquí. No es humano ni por su origen, ni por su fin, ni por sus medios. No se limita a la materia, sino que penetra en las regiones del espíritu. Como el reino de Jesucristo no es de este mundo, no tiene frontera alguna. Ni la extensión le limita ni el tiem– po lo amengua. Es un reino indestructible. Se pierde en la eternidad.

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