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AUTORRETRATO DE CRISTO 63 de los sirvientes, lo quiere hacer Jesús por Sí mismo como una lección práctica de profunda humildad y también como una prueba evidente del afecto y ternura que con– servaba ,en su corazón para con los suyos. Terminado el lavatorio, se pone de nuevo el manto y vuelve a ocupar en la mesa el puesto de honor. Enton– ces, amoroso, confidencial, reflejando suave y seductora majestad, les repite con palabras la lección que acaba de darles con su ejemplo. Pero antes se propone manifestar– les lo que Él es para ellos y para todos los hombres. Aprobando los títulos que ellos le daban, les dice: V os– otros me llamáis Maestro y Señor; y decís bien, porque en verdad lo soy. Con esto quiere decirles que la humildad no desdice de la verdadera grandeza, sino que la eleva y consagra. Jesús se arrodilla ante sus discípulos, pero permanecien– do en lo que es e insistiendo en que se le trate como a Maestro y Señor. Con esto nos da magnífico ejemplo. Como Él sirve, nosotros debemos servir. Servir no es rebajarse, sino practicar la caridad. «Ejemplo os he dado -añade-para que hagáis lo mismo que acabo de hacer con vosotros». Reflexiones De una manera cortés y delicada confiesa Jesús ser Maestro y Señor de sus apóstoles y también de todos los hombres. Con esto, indirectamente, manifiesta que es Dios, el Maestro universal e interior de todas las almas y de todos los pueblos, el Señor de cuanto existe en el cielo y en la tierra. Es verdad que los apóstoles llamaban a Jesús Maestro y Señor en señal de respeto, de veneración, de amor re– verencial. Jesús aprueba su conducta haciéndoles ver que tales títulos le pertenecen con justo derecho. Vosotros me llamáis Maestro y Señor; y decís bien, porque en verdad lo soy. Jesús es Maestro. Maestro es todo aquel que enseña una ciencia o un arte. Jesús vino al mundo para enseñar
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