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AUTORRETRATO DE CRISTO 57 Reflexiones I. Jesús es el camino. Es evidente que Jesús es el único caminó que conduce al Padre e introduce al hombre en la eterna felicidad del cielo. Fuera de Jesús no hay más que caminos errados que terminan en el abismo de la sempiterna desdicha. El hombre de hoy, en el colmo de su soberbia, confía que con su inteligencia, con su riqueza, con los progresos de la técnica, puede dar con los caminos por donde logre al– canzar la abundancia, el bienestar, la dicha. Mas por mu– chos bienes materiales que se hallen en los caminos que se forjan y siguen ios hombres, ninguno de ellos traerá la paz que todos anhelan, la verdadera felicidad por la que sin cesar nuestros corazones suspiran. Nuestra paz y nuestra felicidad están solo en Dios, y únicamente por Jesús a Dios podemos llegarnos. Lo dice el mismo Jesús con toda claridad: « Nadie viene al Padre sino por Mí». Jesús es nuestro camino ,por su doctrina. Con ella nos muestra la recta senda que lleva a Dios. Nos traza una norma de conducta para vivir siempre ajustados a la ley divina. Nuestra fe en Él es la iniciación del caminar recto y seguro hacia Dios. Jesús vino al mundo enviado por su eterno Padre «para que todo el que crea en Él-son tam– bién palabras del cuarto Evangelio-no perezca, sino que tenga la vida eterna» (Jn. 3, 16). Mas Jesús no sólo nos señala el camino para ir a Dios, al cielo, con su doctrina, sino que, en realidad, lo es Él mismo. Lo es por ser el modelo de todos los pre– destinados. Sólo copiando su divina imagen en nosotros podemos ser aceptos al Padre. Es igualmente camino por ser nuestro mediador para con el Padre. Él, con sus méritos infinitos, nos abrió el camino del cielo que estaba cerrado y era inaccesible para el hombre. Jesús va delante. Nuestro deber es seguirle creyendo en Él y caminando tras sus huellas.

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