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AUTORRETRATO DE CRISfO 45 y endurecido el corazón. Ellos, que habían sido testigos de muchos milagros realizados por Jesús y que el día anterior habían presenciado la multiplicación de los pa– nes y los peces en el desierto, ni acertaban a discurrir ni les cabía en la cabeza que Jesús podía darles a comer su carne y a beber su sangre de una manera misteriosa, des– conocida para ellos. Esto había de realizarse en el gran Sacramento que había de instituir al fin de su vida como testamento de amor. Su cuerpo, triturado por el dolor y entregado a la muerte, sería el pan que ya ofrecía a los hombres en la sinagoga de Cafarnaúm. Este pan misterioso, que es el cuerpo de Cristo sacra– mentado, es capaz de dar al alma una vida que es parti– cipación de la misma vida de Dios e infundir en el cuerpo algo así como un germen de resurrección gloriosa. Esto es lo que indica Jesús: «El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y Yo le resucitaré en el úl– timo día». Está claro que al que se alimenta con este pan se le comunica abundancia de vida sobrenatural, esto es: la gra– cia que se halla como en su fuente en este gran Sacra– mento, y con esta gracia el alma recibe una prenda y algo así como un principio de eterna bienaventuranza que viene a redundar en el mismo cuerpo; «porque el cuerpo de Cristo, que por la unión hipostática con la divinidad tiene en sí vida infinita y divina, la engendra también en nos– otros con su contacto físico cuando realmente lo recibi– mos en la Eucaristía. Pone en nosotros una semilla de inmortalidad que después florece en una resurrección har– to distinta de la de los cuerpos condenados, porque es al modo de la resurrección de Cristo que revivió no para morir segunda vez, esto es, para los tormentos, sino para la bienaventuranza y eterna vida» (Maldonado). De este modo la comunión eucarística, haciéndonos partícipes de la vida de Cristo, es prenda de futura glo– ria, según lo afirma Jesús : « El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y Yo le resucitaré en el últi– mo día».

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