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AUTORRETRATO DE CRISTO 43 saciar las aspiraciones de su alma llena de deseos insa– ciables. Aunque alimentaron sus cuerpos con el pan mi1a– grosamente multiplicado en el desierto, continuaron con el alma hambrienta, sin vida sobrenatural que los elevase de la tierra y los hiciese dignos del reino de Dios. ¡Misterios de la gracia! No han sido sólo aquellos hom– bres los que han despreciado este pan de vida bajado del cielo. En el transcurso de la Historia son muchos los que aun conociendo a Cristo no creen en Él, y muchos tam• bién de los que creen no le hacen generosa entrega. Jesús es el pan de vida. Vivamos unidos a Él, porque sin Él nuestro espíritu desfallece. Sin Él estamos muer– tos para Dios, para el cielo. J.ESUS, PAN DEL ALMA Texto evangélico Yo soy el pan vivo bajado del cielo (Jn. 6, 51). Ambientación del texto Jesús se hallaba en Cafarnaúm. Hablaba en la Sina– goga. Con una expresiva metáfora hacía ver a sus oyentes que Él era verdadero pan del cielo, que vino a este mun– do a dar la vida a los hombres. Para participar de esta vida que Jesús trajo al mundo es menester tener con Él una comunión espiritual, la cual se realiza por la fe; fe que es entrega a su Persona, con lo que nos hacemos par– tícipes de la vida de Dios y saciamos en parte el hambre de nuestro espíritu. Pero según avanzaba en la conversación, iba esclare– ciendo sus pensamientos. Ya no les habla en metáforas, sino que les hace promesa de una consoladora realidad. A la comunión espiritual que se tiene con Él por la gra– cia, hay que añadir la comunión sacramental. Él quiere que tengamos con Él una unión física. Por eso dice : Yo soy el pan bajado del cielo; si alguno come este pan
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