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AUTORRETRATO DE CRISTO 33 nosotros someternos a la voluntad de Dios. Y la volun– tad de Dios, según expresamente lo dice Jesús, es creer en su divino Hijo. Pero la fe que Dios exige tengamos en Cristo, más que una simple creencia es nuestra entre– ga a ÉL Que le reconozcamos por nuestro Dios y Señor y acomodemos nuestra vida a sus enseñanzas. Dios, en el exceso de su amor, nos ha entregado a su divino Hijo para que nos salve. Nosotros hemos de dejar– nos conducir por el Hijo, por Jesús, para poder llegar hasta Dios. Nuestro acceso a Dios tiene que ser por Je– sús. La vida eterna y nuestra resurrección gloriosa están vinculadas a nuestra fe en Cristo. «Esta es la voluntad del Padre, que todo el que ve al Hijo y cree en Él tenga la vida eterna y Yo le resucitaré en el último día». Los judíos vieron a Jesús, escucharon sus palabras de vida eterna, fueron testigos de los milagros que Él obraba para probar su divina misión. Pero el orgullo y la envidia los cegó y no creyeron en ÉL No le recibieron como al Enviado de Dios. Por voluntaria ceguera se les hizo imposible la fe en su divinidad. Rechazaron el men– saje de salvación que traía al mundo, y esta incredulidad los hizo dignos de la reprobación de Dios. La reprobación de Dios que vino sobre los judíos se repite de siglo en siglo en muchas almas. A pesar de los clarísimos argu– mentos que nos da el Evangelio de la divinidad de Jesús, hay quienes no creen en ÉL Hay también muchos que aunque tienen fe en Él, esta fe es una simple teoría. Les falta la fe práctica, la fe que es total entrega a la Persona adorable de Jesucristo. Nuestra salvación está en Cristo. Quien cree de ver– dad en El tendrá la vida eterna y Él lo resucitará en el último día. AUTORRETRATO DE CRISTO 3

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