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AUTORRETRATO DE CRISTO 27 apedrearle. Le consideraban como blasfemo, porque, se– gún ellos decían, siendo hombre, se hacía Dios. No había en ellos ninguna lógica. Si Jesús afirma que es Dios y lo prueba con sus palabras, y obras, debieran haber creído en ÉL Pero las pasiones cegaron su mente, y por ello cerraron sus ojos a la evidencia. Se portaron como aquel que, a mediodía, luciendo un sol espléndido, se empeña en decir que es de noche. Si el orgullo y la envidia no hubieran oscurecido su inteligencia, habrían creído en Jesús y le habrían adorado como a Dios. Nosotros ya creemos en Jesús. Sabemos que es Dios. Por ello debemos adorarle, servirle y amarle, poniendo en práctica cuanto Él nos enseña. Nuestra fe en Él debe ser práctica, y por ella hemos de rendirle todo nuestro ser, toda nuestra vida. JESUS ES EL MESIAS Texto evangélico El sumo pontífice le dijo: Te conjuro por Dios vivo: dinos si Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios. Jesús les dijo,: Lo soy. Y además os digo: Un día veréis al Hijo del homl,re sentado a la diestra del Dios Todopoderoso, venir sobre .las nubes del cielo (Mt. 26, 63-64). Ambientación del texto Se hallaba Jesús en el palacio de Caifás, sumo sacer– dote, para ser juzgado por el Sanedrín o Consejo de an– cianos. Respirando odio feroz, aquellos jueces inicuos hacían a Jesús preguntas capciosas. Jesús callaba. Se presentaron dos falsos testigos que no estaban acordes en sus afirmaciones. Esto exasperó al pontífice, el cual, malhumorado, dijo a Jesús a ver si no respondía a las acusaciones que le hacían. Jesús continuó guardando si– lencio. Silencio por demás elocuente. Entonces Caifás invocó el nombre de Dios para hacer-

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