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AUTORRETRATO DE CRISTO 19 cerraba el alma para con los desgraciados. Allí, en fin, otros bajos instintos que los hacían abominables a los ojos de Dios. Asqueado sin duda el buen Jesús del trato de aque– llos hombres, les muestra su deseo de huir de ellos, di– ciéndoles: « Yo me voy; vosotros me buscaréis, pero mo– riréis en vuestro pecado. A donde \"oy Yo, vosotros no podéis venir». Oyendo estas palabras, aquellos hombres se llenan de admiración. Hasta llegan a pensar que Jesús va a qui– tarse la vida ; pero Él contrapone la mundanidad de ellos con su espiritualidad, y así añade: Vosotros sois de aquí abajo; Yo soy de allá arriba. Vosotros sois de este mun– do; Yo no soy de este mundo. Reflexiones En esta frase con que Jesús traza un perfil de su autorretrato, al mismo tiempo que pone de manifiesto las mezquindades de los judíos, nos declara la alteza de su origen y la nobleza de sus pensamienos y afectos. Ellos son de aquí abajo, del mundo. Han nacido en pecado y no hacen sino acumular culpas y más culpas que provocan la ira de Dios. Su rebeldía a la gracia iba a llegar a su colmo rechazando el mensaje de salvación que Jesús les traía y no pararían hasta quitarle la vida. Sus aspiraciones no se elevaban del ras de la tierra. Ama– ban la gloria mundana, los placeres de los sentidos, las riquezas y bienes terrenales. No había en ellos espiritua– lidad verdadera. Se esforzaban por parecer como celosos del culto de Dios; pero en sus obras no buscaban más que el ser vistos de los hombres y merecer sus alabanzas. Se preocupaban por lo material y tenían en olvido los valores espirituales. Vivían para el tiempo y no se acor– daban de la eternidad. En suma, eran de este mundo frí– volo, perverso, anatematizado por Jesucristo. Jesús, al contrario, no es de este mundo. Es de arri– ba. Del cielo. Es el Hijo de Dios, que en unión con el Padre desde el principio de la eternidad se halla en po-
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