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16 C.\1'DIOO DE VIÑ.\YO, O. F. l\!., CAP. regoc1Jo con la esperanza de ver su día. Los judíos le replican entonces: «No tienes aún cincuenta años, ¿y ya has visto a Abraham?» Jesús, con toda serenidad, les res– ponde: Os aseguro con toda verdad: antes que Abraham naciese, existía yo. Esto pareció a los judíos una blasfemia intolerante. Por eso cogieron piedras para arrojárselas como a un blasfemo. Pero Jesús, misteriosamente, desapareció de su vista y salió del Templo. Reflexiones Los autores que escriben su autobiografía suelen co– menzar hablando de sus antepasados, se glorían de sus gestas, de sus títulos nobiliarios. Sacan a relucir sus per– gaminos, la fama adquirida en las ciencias, en las artes, en la guerra, en la política. Alguien dirá: «Soy descen– diente de un grande de España». Otro hará esta afirma– ción : «Pertenezco a una familia de los conquistadores de América». No faltará un tercero que declare: «Por mis venas corre sangre real». Y así por el estilo se irán ex– presando. Los pergaminos, los recuerdos de familia se conservan como relicarios. Descender de una familia no– ble, ilustre o antigua es siempre un honor inapreciable. ¡ Pobres de los hombres que presumen de nobleza y antigüedad! Todos son de ayer, hechos de un poco de barro. Nacidos en el tiempo, tienen una vida efímera que en breve será cortada por la guadaña de la muerte. Jesús, en cuanto hombre, tiene también su timbre de honor. Es descendiente de reyes. No obstante, Él no pre– sume de las grandezas hum;mas. Sabe que todo es pol,o y humo. Pero hay en :Él algo más grande que es preciso manifestar para que el mundo conozca la nobleza de su Persona. :Él ha existido antes que Abraham, padre de los creyentes. Él es eterno. Ningún hombre en su sano juicio puede hacer decla– ración semejante. Jesús es eterno, porque es Dios. :Él, como hombre, vive en el tiempo; pero, como Dios, perte-

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