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AUTORRETRATO DE CRISTO 165 do sucederá esto y cuál será la señal de tu venida al n1tmdo". Reunidos los discípulos, Jesús les contestó con un discurso, en el cual, con un lenguaje al estilo de los profetas del pueblo de Dios, les pr:cdice dos catástro– fes: la ruina de Jerusalén y el fin del mundo. Mas por encima de los cataclismos predichos en su discurso escatológico, Jesús hace resaltar su retorno al mundo, que es lo~que aquí nos interesa recordar para así clm el último retoque de su autorretrato. Dijo, pues, Je– sús: Entonces verán al Hijo del honzbre venir sobre las nuhes del cielo con gran poder y majestad. Reflexiones Cierto que leyendo y meditando el discurso escatoló– gico de Jesús no podemos menos de impresionarnos gran– demente y llenarnos de santo temor. Las señales apocalín– ticas que habrá en la tierra y en el cielo, la aparición sú– bita del Juez, que se acercará a juzgar a todos los hom– bres, vivos y muertos, congregados ante su trono de glo– ria; el sonido de la trompeta, que hará surgir de la tumba a todos los muertos y que reunirá a todos los elegidos de los cuatro vientos, son cuadros capaces de llenarnos df' espanto. Pero si conservamos nuestra fe en Cristo y vivimos de esta fe que es amorosa entrega a su Persona, en vez de atemorizarnos hemos de abrir nuestro corazón a la espe– ranza e inundarnos de espiritual gozo. Más que las cala– midades que sobrevendrán entonces e incluso más que el juicio divino, debemos grabar profundamente en nuestra alma la segunda Yenida de J e,;ús al mundo. Venida de poder, de gloria, de majestad, de triunfo definitivo y eter– no. Entonces habrá llegado a su consumación el reino de Dios, establecido por Jesús en su primera venida. Todos los elegidos, unidos en un mismo amor, aclamarán a Je– sús como Rey y Señor, dominador de todos los mundos y de todos los siglos. Y su reino no tendrá fin. En este

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