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AUTORRETR~TO DE CRISTO 161 Hemos de hacernos cuenta de que somos infelices pe– regrinos, que no tenemos aquí ciudad permanente. Por eso hemos de buscar con las más vivas ansias la ciudad del cielo, la morada que Jesús nos tiene reservada en la casa del Padre celestial. Jesús desea nuestra compañía. Somos precio de su sangre, trofeos de su conquista, y quiere vernos sentados con Él en su misma mesa. Este deseo es la prueba de su amor inmenso hacia nosotros. Él quiere que donde Él está estemos también nosotros. :ÉJ es el amigo fiel que re– clama la presencia de sus amigos, a fin de que participen de su misma felicidad. Jesús anhela vernos con Él en el cielo. No cabe amor más sincero, más grande, más exquisito. JESUS ESTA CON NOSOTROS Texto evangélico Y o estaré siempre con vosotros hasta el fin del mundo (Mt. 28, 20). Ambientación del texto Jesús había resucitado. Los once apóstoles, por encar– go del Maestro, se hallaban en Galilea en espera de acon– tecimientos. Un día se habían reunido en un monte, y al parecer estaban ':!n su compañía otros varios discípulos del Señor. De pronto Jesús se les aparece. Ellos se pos– tran para adorarle. Entonces Jesús, con real majestad, dominador de los mundos y los siglos, les manifiesta el poder que tiene en el cielo y en la tierra. «Me ha sido dado-les dice-todo poder en el cielo y en la tierra». Tras esto les confía una misión gloriosa: la de exten– der el reino de Dios por todo el mundo con la predicación del Evangelio, y así les añade: «Id, pues, y enseñad a to– das las gentes». Los discípulos, sin duda, tenderían su mirada por to- AUTORRETRATO DE CRISTO 11

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