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AUTORRETRATO DE CRISTO 159 anuncia. Allí serán eternamente felices y volverán a gozar de la compañía del Maestro. El primero en penetrar en el cielo será ÉL Se halla ya de partida para allá. Una vez que Jesús se entre en el cielo, el camino para ir allí estará ya allanado. Por eso les dice: Voy a prepararos un lugar. Además que Él vol– ,;erá de nuevo a recoger a los suyos y llevarlos al lugar por Él preparado y vivirán allí para siempre a su lado como buenos amigos. Jesús, con esto, se nos descubre como Señor del cielo. El cielo es su conquista. En él nos depara para cada uno una espléndida morada. Morada adaptada a los propios merecimientos. Pero en todas esas moradas la felicidad será plena, cumplida. Reflexiones Jesús se ausenta de los suyos para prepararles un lu– gar en el cielo. Este lugar nos lo preparó Él para todos, porque lo conquistó con su Pasión y Muerte. Antes de morir Jesús, las puertas del cielo estaban ce– rradas para todos los hombres. Pero con su muerte esas puertas se abrieron de par en par y desde entonces todos los hijos de Dios pueden entrar en aquellas espléndidas moradas del palacio del Padre celestial. Jesús, después de conquistar para :::iosotros el cielo, subió a él para prepararnos allí un lugar. Tal vez nos ex– trañe esta frase de Jesús en la despedida a sus apóstoles : Voy a prepararos un lugar. Aunque ese lugar ya estaba preparado: Dios lo había hecho y Jesús lo ha conquis– tado. ¿Qué hace, pues, Jesús ahora en el cielo para pre– pararnos un lugar en aquella mansión de delicias? San Agustín explica esta preparación con una frase ge– nial, muy propia de él. Dice el Santo Doctor: «¿Cómo pre– para estas moradas, si hay ya muchas? No puede haber– las, si hay que prepararlas. Prepara en cierto modo estas moradas preparando sus habitantes». Esta frase de San Agustín es un chorro de luz. Con estas palabras nos da a entender todo cuanto hace Je-

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