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152 CÁNDIDO DE VIÑAYO, O. F. M., CAP. Nuestra vida debiera deslizarse en dulce y constante intimidad con Aquel que es nuestro hermano. Él está en el cielo, siendo nuestro Abogado para con el Padre; pero también por la fe vivificada por la caridad habita en nuestros corazones y en cualquier momento podemos go– zar de su presencia amorosa. Hermanos de Jesucristo, hijos de Dios, hemos de co– rresponder a esta dignidad altísima que Jesús nos mere– ció, a fin de que seamos partícipes de su reino. JESUS, ESPOSO Texto evangélico ¿Pretendéis acaso obligar a ayunar a los amigos, mien– tras tienen al esposo en su compañía en el banquete de bodas? Tiempo vendrá en que se marche el esposo y en– tonces ayunarán (Le. 5, 34-35 ). Ambientación del texto Había asistido Jesús con sus discípulos al banquete que el publicano Mateo había preparado en su honor. Los fariseos lo observaban todo y estaban escandalizados de que Jesús comiese con aquellos que ellos tenían por pe– cadores. Es más: según se saca de la narración evangé– lica, aquel día era dedicado al ayuno por los discípulos de Juan y por los fariseos. Aunque era un ayuno privado no prescrito por la ley, el que los fariseos se preciaban de guardar. Por eso el banquete en casa de Mateo era para ellos como una provocación. Pensaban que Jesús estaba muy lejos de la austeridad enseñada por el Bautista y practi– cada por ellos. Llevados de su intrigante espíritu, aque– llos fariseos, con algunos discípulos de Juan, se acercan a Jesús para decirle: «¿Cómo es que los discípulos de Juan y los de los fariseos ayunan con frecuencia y los tuyos comen y beben?»

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