BCCCAP00000000000000000000500

AUTORRETRATO DE CRISTO 149 a Él. Amar al prójimo es una prueba de amistad con Je– sús. Aunque este amor al prójimo debe partir del amor que le debemos a Él. Esto es lo que ante todo Él nos pide en estas palabras dirigidas a los apóstoles : « Permaneced en mi amor». Amando a Cristo en su Persona y en los miembros de su Cuerpo místico es como en verdad seremos amigos de Jesús. Esto es lo que nos hace vivir de su vida, hechos una cosa con ÉL transformados en Él, identificados con Él. JESUS, NUESTRO HERMANO Texto evangélico Ve a mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y vues– tro Padre, a mi Dios y vuestro Dios (Jn. 20, 17). Ambientación del texto Era la mañana de la Resurrección de Jesús. María Magdalena, después de ver removida la piedra de la en– trada del sepulcro del Señor y su tumba vacía, corre a dar la noticia a Pedro y Juan y vuelve de nuevo al sepul– cro. Su pensamiento obsesionante era éste: «Se han lle– vado al Señor». Mas Jesús se le presenta, y al verla des– hecha en lágrimas le pregunta: «Mujer, ¿por qué lloras?» Ella no le reconoció. Creía que era el jardinero de aquel huerto y hasta se atreve a decirle que si él lo ha llevado que se lo indique y le diga dónde lo ha puesto para ir ella a tomarlo. Entonces la voz de Jesús resuena dulce y penetrante como tantas veces había sido escuchada por ella en Betania, y la llama por su nombre, diciendo: « ¡ Ma– ría!» Todo un río de gozo se desbordó por el corazón de la Magdalena al reconocer la voz del Maestro. Según se desprende de la narración evangélica, María, inmediatamente después de reconocer a Jesús, se echó a sus pies para besárselos, diciendo en un acto de adora– ción : « ¡ Maestro mío ! » Pero Jesús detiene sus ímpetus

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz