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AUTORRETRATO DE CRISTO 147 desbordando toda la ternura de su alma, les dice: Y a no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que pien– sa su señor; os he llamado amigos, porque todo cuanto me ha comunicado el Padre os lo he dado a conocer. Reflexiones Está claro. En las citadas palabras, Jesús nos pone de manifiesto un rasgo delicadísimo de su autorretrato. Él es amigo de los Apóstoles. Aunque esta amistad trans– cienda a todos los tiempos. Jesús quiere ser amigo de to– dos los hombres. Basta para ello corresponder a su amistad. Jesús, al declararse amigo de sus Apóstoles, da la ra– zón de su íntima y estrecha amistad con ellos. La señal manifiesta de amistad es el descubrir los secretos a los amigos; todo cuanto se abriga en el corazón. Esto es lo que hace Jesús. Por eso les dice: Todo cuanto me ha co– municado el Padre, os lo he dado a conocer. Jesús dio a conocer a los suyos cuanto el Padre le había comunicado. Él les manifestó con toda claridad el mensaje del Padre, que Él traía al mundo. Su predicación fue la más concreta y expresiva revelación del amor de Dios a los hombres. Dios ha hablado por su Hijo al mun– do. Quienes más de cerca recibieron esta revelación del Padre fueron los Apóstoles, que durante tres años escu– charon sus palabras de vida eterna y fueron testigos de sus milagros. En el Cenáculo el lenguaje de Jesús es más claro, más insinuante, más dulce, más amoroso. Diríamos que en aquellas conversaciones con sus discípulos quiso conden– sar todo su Evangelio. Les descubre todo lo que Él es para ellos. Les hace ver la necesidad de mantenerse en íntima unión con Él y también en mutua unión entre ellos por medio de la práctica de la caridad, que es su especial precepto. Les manifiesta igualmente su origen divino, su identidad de naturaleza con el Padre; les anun– cia su subida al cielo, donde preparará un lugar para ellos. Les promete enviarles el Consolador, el Espíritu Santo,

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