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142 CÁNDIDO DE VIÑAYO, O. F. M., CAP. to debe mantenerse siempre en el corazón de todos sus discípulos. El amor a Cristo ha de ser el clima en el que ha de desenvolverse su vida, el centro de toda su actividad. Permaneced en mi amor. Sólo Cristo tiene derecho a hablar de esta manera, porque sólo Cristo merece amarse siempre. A los otros hombres se les puede amar mientras convivan con nosotros. Después viene el olvido, pese a la sinceridad de los que dicen: «Te amaré siempre». El amor a Cristo no sufre olvidos. En todo tiempo ha de arder en nuestros corazones. Él permanece en nosotros y nos– otros permanecemos en Él y esta permanencia exige co– munidad de vida, mutua entrega de amor. Pero Jesús pide a sus discípulos y a nosotros una prue– ba externa de nuestro amor a Él. Después de comparar el amor que le tiene el Padre con el amor que Él tiene a los suyos, saca esta conclusión: debemos probarle nues– tro amor como Él ha probado el amor que tiene al Pa– dre. Esta prueba es la entrega de nuestra voluntad y de nuestra .~ida a su servicio. « Si guardáis-dice-mis pre– ceptos, permaneceréis en mi amor, como yo guardé los preceptos del Padre y permanezco en su amor». Jesús amó al Padre. Por eso vivió siempre entregado a su vo– luntad; cumplió cuanto el Padre le mandó. Si nuestro amor a Cristo es verdadero, debemos en– tregarnos a Él, poniendo su divina doctrina como norma de nuestra conducta. El amor que Cristo nos pide lo abar– ca todo: nuestro corazón, nuestra voluntad, nuestra vida. Amor y mandamiento cumplido. A esto se reduce toda nuestra vida cristiana. El amor es la esencia y el manda– miento cumplido es la manifestación del amor abrigado en el corazón. Este amor práctico a Cristo es capaz de transformar todo el hombre. Lo había dado a entender el mismo Je– sús diciendo : « El que me ama será amado de mi Padre, y Yo le amaré, y Yo me manifestaré a Él... Todo el que me ama guardará mi palabra, y mi Padre le amará y ven– dremos y moraremos en él» (Jn. 14, 21, 23). Ser amado de Dios, merecer un conocimiento íntimo x experimental de Jesús, convertirse en templo de la Santí-