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10 C.{NDIDO DE VIÑAYO, O. F. M., CAP. Y o soy la resurrección y la vida; el que cree en Mí, aunque muera vivirá; y todo el que vive y cree en Mí, no morirá para siempre (Jn. 11, 25). Yo soy el camino, la verdad y la vida (Jn. 14, 6). Yo soy .la vid verdadera (Jn. 15, 1). Vosotros me llamáis Maestro y Señor; y decís bien, porque en verdad lo soy (Jn. 13, 13). Repuso Pilatos: Luego, ¿Tú eres Rey? Respondióle Je– sús: Tú lo dices. Yo soy Rey (Jn. 18, 37). Mi reino no es de este mundo. Si de este mundo fuera mi reino, mis partidarios habrían luchado para que Y o no fuera puesto en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí (Jn. 18, 36). Aquí tenéis uno que es mayor que Jonás ... Aquí tenéis uno que es mayor que Salomón (Mt. 12, 41 y 42). Todas las cosas ha puesto el Padre en mis manos (Mt. 11, 27). ¿Quién de vosotros podrá echarme en cara un sólo pe– cado? (Jn. 8, 46). Creedme: Yo estoy en el Padre y el Padre está en Mí (Jn. H!, 11). Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha en– viado y llevar a cabo su obra (J n. 4, 34). El que me envió está conmigo; no me deja solo, por– que hago siempre lo que es de su agrado (Jn. 8, 29). Las raposas tienen sus cuevas, y las aves del cielo, ni– dos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar su cabeza (Le. 9, 58). ¡Cuántas veces he qzierido agrupar a tus hijos como la gallina cobija a sus polluelos bajo sus alas, y tú no has que– rido! (Mt. 23, 37). Estos son mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que cumple la voluntad de mi Padre celestial, será mi hermano y mi hermana y mi madre (Mt. 12, 49-50).

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