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AUTORRETRATO DE CRISTO 129 Reílexiones En este episodio evangélico nos descubre Jesús su di– vino Corazón. Es un perfil suavísimo de su autorretrato. Con pocas, pero gráficas palabras, nos da a entender sus sentimientos para con los hombres, sus hermanos. Me da lástima de esta gente. Es como si dijera: «Siento la ne– cesidad de estos hombres como si por Mí mismo pasara. Su hambre me duele en el alma. Sufriría grandemente si los viera desfallecer en el\ camino o me enterara de su desfallecimiento». Esta es la verdadera compasión: sentir como propias las miserias o necesidades ajenas y hacer lo posible por remediarlas. Y Jesús, por eso mismo que sentía en ver– dad la necesidad de aquella gente, realizó el milagro: mul– tiplicó los panes y los peces para saciar aquella multitud hambrienta. He aquí el distintivo del Corazón de Jesús: la compa– sión. Fue un corazón todo bondad y ternura, sensible en extremo a todas las miserias y desgracias humanas. Toda la vida de Jesús fue un acto ininterrumpido de compasión para con todos los humanos. Se hizo hombre para sentir nuestras penas, conllevar nuestros trabajos y con sus dolores aliviar los nuestros. Siente compasión al ver las lágrimas de la viuda de Naim. Llora ante el sepulcro de Lázaro. Solloza a la vista de Jerusalén, previendo su futura ruina. En Getsemaní y en el Cah-ario se sintió hondamente afligido, porque tenía presente todas las miserias de todos los hombres, princi– palmente las del orden moral. Esta compasión de Jesús debe ensanchar nuestro cora– zón y animarnos a acudir a Él con toda confianza en nues– tras penas, en nuestros trabajos, en nuestras luchas y hasta en nuestras caídas. Es verdad que ahora está en el cielo en estado glorioso libre de todas las debilidades humanas que experimentó durante su vida mortal. Pero su Corazón es el mismo. Conserva la misma bondad, la misma ternura, la misma compasión para con todos sus hermanos los hombres. AUTORRETRATO DE CRISTO 9

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