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128 CÁNDIDO 00 VIÑAYO, O. F. M., CAP. nuestro espíritu y nuestro corazón necesitan para saciar sus aspiraciones. Sólo nos pide una cosa: nuestra fe en ÉL Una fe que es entrega, que es amor. LA CO.MPASION HE JESUS Texto evangélico Me da lástima de esta gente (Me. 8, 2). Ambientación del texto Se había reunido en torno de Jesús un gran concurso de gente. Le presentaron numerosos enfermos y los curó. Con esto, el entusiasmo popular llegó a desbordarse. Era tal la atracción que ejercía el Nazareno sobre aquellos hombres, que no acertaban a separarse de Él. Durante tres días consecutiYos estuvieron pendientes de sus pala– bras, de sus miradas, de sus gestos. Pero pasados aquellos tres días faltaron los víveres. El hambre se hacía sentir. Lo peor de todo era que no po– dían hacerse con comida por hallarse en lugares deshabi– tados. No obstante, la multitud aún seguía ansiosa de es– cuchar y contemplar al Maestro. Jesús, viendo el espectáculo que ofrecía aquella mu– chedumbre hambrienta, hondamente conmovido, excla– mó: «Me da lástima de esta gente, porque ya son tres días los que llevan en mi compafüa y no tienen qué comer. Y si los mando sin comer a casa, quedarán extenuados, viniendo como han venido algunos de muy lejos». Y llevado Jesús de su natural compasión, realizó un milagro estupendo. Con siete panes y algunos peces sació aquella multitud hambrienta; no obstante ser 4.000 los hombres allí reunidos, y de los residuos sobrantes se re– cogieron siete espuertas.

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