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120 CÁNDIDO DE VIÑA:O, O. F. M., CAP. miedo y llenarnos de consuelo en medio de las luchas cotidianas de la vida. La paz es un bien tan grande que todos los hombres la desean y la buscan, pero son pocos los que gozan de ella, porque muchos pretenden hallarla donde ella no está. Una gran mayoría no hace más que poner obstáculos a la verdadera paz entregándose al orgullo que alza grandes tempestades en ,el corazón, o deseando locamente los bie– nes de este mundo, que en frase de Cristo son como es– pinas que ahogan la semilla de la gracia. E igual que las espinas punzan el alma llenándola de inquietud. Son incontables los hombres que no aman sino la paz que ofrece el mundo. La paz del mundo es falsa. No llena el alma. No consiste en otra cosa sino en gozar de la vida cuanto se pueda; pero esos goces cansan y no pocas veces torturan el corazón con el remordimiento. Sólo la paz de Cristo, que es la paz verdadera, es la que puede sosegar nuestro espíritu. La paz de Cristo es totalmente opuesta a la paz del mundo. Lo dice expresa– mente Jesús: No es mi paz como la que da el mundo. El mundo no desea ni ofrece más que bienes materia– les: riquezas, placeres, comodidades, honras vanas. Esto no puede saciar nuestro corazón, ansioso de dicha eterna. Jesucristo, al darnos su paz, nos desea y nos ofrece bienes sobrenaturales: gracia, virtudes, santidad, méritos para la vida eterna, cielo. Por eso la paz de Cristo no consiste en un mero có– modo y regalado vivir, en un bienestar externo. Es algo que penetra todo nuestro interior; algo así como un óleo deleitoso que se derrama por toda nuestra alma para con– fortarla, fortalecerla y llenarla de vida. La paz de Cristo es nuestra liberación del pecado y de todo cuanto al pe– cado conduce. Es nuestra unión con Dios. Es el abrazo amoroso que Dios nos da al alma cuando tenemos a raya nuestras pasiones y Cristo reina en nosoros por medio de su gracia. Y como por fuerza tenemos que vivir en sociedad, la paz de Cristo engendra en nosotros la mutua unión con 'nuestros hermanos, que son todos los hombres, en espe-