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AUTORRETRATO DE CRISTO 119 LA PAZ DE JESUS Texto evangélico La paz os dejo, mi paz os doy. No es mi paz como la del mundo. No se af,lija vuestro corazón. ni se deje arrastrar por el miedo (Jn. 14, 27). Ambientación del texto Jesús, en el Cenáculo, se despide de sus discípulos, por– que va a morir. Ya se dispone a partir de este mundo al Padre. Sus queridos discípulos, a quienes amaba como a hijos de su corazón, los que le dejaron todo por seguirle y le acompañaron durante su vida pública, quedarán pri– vados de la compañía amorosa de su adorado Maestro. Jesús tiene entonces presentes las luchas, trabajos y persecuciones que ellos han de experimentar a causa de su nombre y este pensamiento hace reflejar en su rostro una nube de suave melancolía. Mas Él no los deja huérfanos. Les promete su asisten– cia y ayuda perpetua por el Espíritu Consolador que ha de enviarles para adoctrinarlos, consolarlos y fortalecer– los. Desea, sobre todo, que conserven su alma en la quie– tud propia de los hijos de Dios. No quiere que sus espí– ritus se agiten en medio de las luchas en que por fuerza han de verse, sino que, libres de temores, se mantengan tranquilos y serenos como firmes rocas en medio del oleaje de la tempestad. Por eso les regala un don precioso como fruto de su exquisito corazón, y así les dice: La paz os dejo, mi paz os doy. No es mi paz como la del mundo. No se aflija vuesro corazón ni se deje arrastrar del miedo. Reflexiones Jesús nos ofrece la paz. Pero no una paz cualquiera, sino la suya, que es la única paz verdadera. Esta es la que puede tranquilizar nuestro corazón, alejar de nosotros el

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