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116 CÁNDIDO DE VIÑAYO, O. F. M., CAP. LA GUERRA SANTA DE JESUS Texto evangélico No creáis que hll venido a traer paz; no he venido a traer paz, sino guerra (Mt. 10, 34). Ambientación del texto Había reunido Jesús en torno suyo a los doce apósto– les, que le iban siguiendo por pueblos y ciudades de Ga– lilea, gozando de su compañía. Llegó un momento en que le pareció que ya estaban preparados para que fueran solos a predicar el Evangelio. Antes de enviarlos, les dio algunas instrucciones que habían de tener presentes en su apostolado. Les confirió amplios poderes para lanzar los demonios y curar los enfermos; y les trazó a grandes rasgos las normas a que habían de ajustarse en su expe– dición. A estas normas especiales para ellos, añadió Jesús al– gunos avisos convenientes para todos los predicadores del Evangelio, y en general para todos los seguidores de Cristo. En estos avisos conservados por el primer evangelista, San Mateo, hay algunas frases en que se condensa todo un programa de perfección evangélica. Entre estas frases vamos a recordar una en la cual Jesús manifiesta ciertas exigencias que Él ha de tener en todo tiempo con aque– llos que deseen seguirle y hacerse partícipes de su triun– fo y de su gloria. En esta frase viene a decir lo que Él ha de ser en el mundo y q;,e ya lo había predicho el anciano Sirneón el día de su presentación en el Templo, a saber: «Signo de contradicción». Esto es lo que dijo Jesús a los apóstoles: No creáis que he venido a traer paz a la tierra; no he venido a traer paz, sino guerra.

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