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Señor Dios, imploramos la ayuda de tu ;racia para querer de veras y obrar con eficaáa. Que en la tierra logremos una vida piadosa con lo que merezcamos una muerte preciosa. EPISTOLA Cual rocío en la hierba reseca del esttaJe, tu palabra divi~J como riego estelar, descienda sobre el alma que yerma y desolada busca tus claridades. Tu palabra es verdad. L:i verdad necesita mi espíritu sediento. Mis pasos vacilantes ella iluminará. Ella habrá de enseñarme a vivir rectamente y sabrá conquistarme feliz eternidad. Dame, Señor, que aprenda que sólo recorriend11 tus sendas de justicia puedo encontrar la paz. Los caminos del mundo, torcidos y nublados, no dejan en el alma más que hiel y ansiedad. Tus lecciones de vida me confortan y alegran. En mi interior las guardo como perlas del mar y al meditar en ellas, se derrama en mi espíritu inexhausta dulzura de exquisito panal. Tu palabra, Dios mío, para mí es luz del cielo Si me envuelven errores, me enseña la verdad. Por caminos tortuosos me muestra recta senda. Me conduce hacia el bien, si me ha arrastrado e1 maL Tu palabra es verdad, alimento del alma, lección de santa vida, prenda de eternidad. - 7 -

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