BCCCAP00000000000000000000497

Les contestó Jesús: «Yo soy el pan de vida... Vuestro•s antepasados comieron ·el maná en el desierto y murieron. Este es el ,pan que b,aja del cielo, para que no muera quien coma de él. Y o soy· el ·pan. ·vivo, el que baja del cielo. Quien coma de est·e pan vivirá eternamente, y -el pan que yo daré es mi carne en favor de la vida del inun 1 do». Discutfan los judfos entre sí, preguntá-ndose: «¿Cóm,o puede éste •dar– nos su ,carne ·a com-er?» Jesús les insistió: «En verdad os digo que si no comiereis 1~ c~rne del Hijo del hombre, no ,te~dréis vid3: en vo~otros. Quien co:me mi carne y bebe mi sangre tiene la vida etenia, y yo le res,u– citaré en el último rua. Porque mi carne es verdadera comida y mi san– gre verdadera bebida,. Quien come mi carne y bebe mi sangre, permanece en nú y yo en él» (Jn 6, 26-35; 49-56). L·a multiplicación del pan mat~rial era, sobre todo; una prueba de que Cristo ·era capaz de saciar el hainbre de todos los espíritus y, ade– más, una pro,m¡esa de la Eucaristía, ·en que Jesús da su Cuerpo y Sangre en alimento espiritual a los hOinbres. 4. EFECTOS DEL DISCURSO DE JESUS. Los qu·e escuchaban el •discurso ,de Jesús y su pro,m·esa de la Eu•ca– ristía, comenzaro·n a preguntarse cómo era posible tal . cosp,. Y al volver a repetirlo J esú·s co 1 n más claridad, protestaro:n ,díciend~·: «¡ ,Estas iJala– bras son demasiado fu-ertes ! ¿Quién puede admitirlas?» Conociendo J.esús estas murmura.cio·nes, las cortó dicie·n•do: •«¿,Esto os ch-o·ca? ¡ 1 Pu•es si vi-erais ·al Hijo •del -homb:re ,subir a ·do·n 1 de est,ab·a antes!» Y para co·rregir :su InO•do, gro 1 sero de enten.der .Ja .Eucaristfa, continuó: «El ,espíritu es el 1qu•e vivifica; la c·arne {•sin espírit,u) no sirve para. nada. Las palabras que .yo os he dicho•son espíritu y vida». Muchos se empeñaron en ,no ,creer las .pala-bras ·de J·esús, 1 que dijo: «1Hay -algunos entre vosotros ,que no creen... Por eso, o,s he· dicho que nadie puede venir a mí si no le es concedido por el Padre». Entonc'es fue cuando los que habían seguido a Jesús solam.ente por el interés material de comer a cuenta de sus milagros, se decidiero111 a abandonarlo. Al ver Jesús a tantos cobardes'·que le abandonaban, s~ di-– rigió a IOS doce escogidos, diciéndoles: <<¿ Tamblén vosotros queréis mar- charos?» A lo que Pedro respo 1 ndió con unas palabras, qu,e pu•ede decir to·do buen discípulo de ,Cristo: «Señor, ¿a quién• vamos a ir? Tú tienes pala~ bras de vida eterna. Y nosotros hemos creído 1 y conocido .que tú eres el Santo de Dios» (Jn 6, 60-69). D•e los much·os ·oyentes, sólo unos pocos permane-ci,eron fieles a Jesús. 69

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz