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Séptima palabra: «Padre mío, en tus manos encomiendo ntl espíritu» (Le 23, 46). Así mu-er•e J·esu·cristo ·santamente, poniendo su espí.ri.tu en manos ·de su Pa•dre. 5. MUERTE DE JESUS. Dura·nte la ago·nía de Jesús la tierra se cubrió de tinie-blas. Hacia la hora .nona {3 ,de la tarde) exc1amó Jes,ús: «Dios mío, Dios lllÍO, ¿por qué Dte has desamparado». So·n éstas 1as prim,eras .palabras •del salmo 22, en que ·se anuncian los 1 dolores. terribles 1 del ·M-esías. Dijo luego Jesús: «Tengo sed». Y uno ·de lo·s soJdados, -em·papan-do una esponja en vinagre, se la acercó a los labios .pr•en!dida en una •cañ,a. J-esús, gustan•do el vi,nagre, ·dijo: «Todo está acabado». Jesús muerto en los brazos de su madre Y con fuerte v.oz, term,inó exclamando : «Padre mío, en tus manos en– comiendo ·mi espíritu». Y la c-abeza le -cayó 1 sobr-e el pe.cho. Así murió. En ,la •mu·erte de J es-ús ·se cumplió ,de mo·do ·perfecto lo ·que Isaías había pro.f-etizado d-el ·Mesías. «Fu.e traspasa,do por ·nuestras iniqui– dades y ,mo1ido por .nu·estros p·eca,dos. Ofr.eciendo su Viida en ;sacrificio po·r el pecado» (Is 53, 5. 10). La conster-nación •de la creación entera -a.nte la muerte de Cristo se ·mani– festó 1 de varias maneras. En medio d-e la oscuridad que se .abatió sobre Je– rusalén, se sintió una convulsión d·e la tierra, rompiéndose las rocas y -abrién– dose Ios sep·ulcro 1 s. Algunos muertos ·resucitaron y, salie•ndo de sus tumbas, anduvieron por la ciudad y se aparecieron a algunos. El centuriión romano s-e sintió conm.ovi1do en su interior ante cosas tan extraordinarias y llegó a dec-ir : « Verdaderamente este hombre era 126

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