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prisión sino a Ia ,mu•erte. Aunque todos s•e escandalicen, yo no,» (Le 22, 33; M·c 14, 29) Y le r•eplicó J.esús: <<1En ve·rda·d te ,digo qu•e hoy, en esta noche ·antes qu,e ·cante ·dos v•eoes el •gallo, me n-egarás tres vec,es a mí p·reoisam-ente t,ú». .P,ero· él insistió ·con vehem·en.-cia: «Aunque m•e sea pre,ci,so morir contigo, no renegaré nunca ,de ti» (Me. 14, 30-31). Cuando Jesús fue hecho prisionero en Getsemaní, Pedro huyó como los demás a la ·d·esband·ada. Reaccionó ,pronto y ,siguió de ,lejos al ,Maestro. Af llegar ¡a casa de Caifás, le facilitó la entrada •un discípulo de. Jesús (proba– blemente Juan), con·ocido ·de la familia del Pontífice. La portera le •dijo entr.e irónica y curiosa: «Seguro que tú eres tam– bi1én ,de Ios. .dis-cípulo·s de es.e ho,mbre» (Jn 18, 17). Pedro• lo neg.ó sen– cillam.ente: «No sQy». Y siguió -adela-nte hasta el atrio •centraJ •de la casa en qu•e los s:ervid-ores habían puiesto u:na lumbre ,para ca,Ientarse. ,Cuando P,edro s-e acercó para calenta,rse, la criada, ,qu.e ,había ido tras él, volvió a expresar su sospecha, que repitieron algunos de los allí presentes. Pedro, miás n·ervioso, ,lo n•egó de nuevo: «No sé ni entien,do a ,qué te ·r,efieres». Y !qu·eriendo librarse de aquella gente, salió hacia el vestíbulo·, .donde l·e en•contró .por terc,e·ra vez la •cria•da portera, ·que empezó a •decir a los que pasaban por ailí: «Este es .d,e 1 ellos. P.edro p,erjuró que no le cono– cía; p·er,o ,el tonillo ,de su habla le .delató como galiileo, y le ,dije·ro·n: «1No ·cab,e duda qu•e eres ,de ,ellos, pues •er,es 1 galileo». 1 El juró y perjuró: « 1 No -co:nozco a 1 e·se ho•m,b·re •d·e qu•e ,habláis». Pedro, descon·c-erta·do, s:e volviió al atrio interior ·en el mom-e•nto en ,que J resús era con,du 1 ci,do a otra estan•cia •para 1 esperar el interro·gatorio ,de la mañana. El ,gallo cantó por segun-da V·ez. Pedro volvió sus ojos ,hacia J,esús y s·e cruzó 1 con aqueila •mir.a:da que tantas V•ec;es le había c·onmo-vido. Entonces se ·recor·dó •d·e lo que hacía una ho·ra le había dicho, J,esús y de su propia respue-sta, va1~ente ·só1o ,en •las .palabTas. Humillado por la evidencia de su cobardía, salió fuera y lloró amargamente. · 5. DESESPERACION Y MUE-RTE DE JUDAS. Judas p·ensó más en ,el din.ero qu-e e·n las conse·CU•encias ,de su en~ trega 1 del ·Maestro. A,l enterarse 1 de qu•e J·esús e·ra condenado a muerte, comprenidió la enormidad de su crim,en y quiso d•esan,dar el camino. :Se presentó a los sacerdotes a devolverles el dinero, diciendo que les había 1 entrega-do un inoc·ente. ,Ell,os respondieron co:n despre,cio: «¿A nosotros qué no-s importa? ¡ Allá te las hayas!». Las treinta mon·edas le escocían •en las manos y las arrojó fu¡,ioso en el pavim-ento ,del templo. P!ero tampoco as,í en•contró la paz. Lo horre 1 ndo de su ·acción 1 le ,mo,rdía la •conciencia y, en vez de buscar el pe·rdón de Jesús, se suicidó colgándose de un árbol al lado de un precipicioi. Su cuerpo se vino abajo, reventando ) 7 quedando sus entrañas desparrama– das por el suelo. Este fu.e el trágico fin ,d·e uno de los escogidos ,por Jesús para apóstol; pero 1que, c•egado· por la avaricia, no quiso correspo·n·d 1 er a su amor. El nombre 1 d•e Judas s.e ha convertido en sinónimo de traidor a Dios. De él •dijo Jesús que -más le valía no hab-er nacido. 116
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