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JESUS PRISIONERO DE LOS HOMBRES Cuando los judíos lograron apresar .a J.esús, hicieron lo posible por dar apariencias de le·galidad a su crim-en, y-endo ·de tribunal en tribu– n,al. Pero -esto ,sirvió sólo p,aria poner ,en may·or evidencia la .maldad de los acusadores y la inocencia jnmaculada de Jesús. l. LA ORA·CION DEL HUERTO. Desde -el Cenáculo se d 1 irigió el Señor con sus discípulos fu.era de Jeru– salén ·hacia -el No·rdeste., atrav.esando •el torr·ente Cedrón. Llegó a un huerto llamado Getsemaní (molino ,d-e aceite), en la falda ·de1 monte Oliv,ete. A la entrada •del mismo -dij.o a sus discípu10 1 s: ~< 1 Sentaos aquí mientras voy a orar» (Me 14, 32). Tomó consigo a los tres discípulos pre.. dilectos, Pedro, Sa:ntiago y Juan, que 1 habían ·sido testigos de su trans– figuración y se fue con ·ellos al lugar ·d,e la oración. 1 La perspectiva ,de una mue,rte aterrador-a llenó de angustia inde.cible el itnimo ,de J .esús. Y se volvió a sus tres c 1 ompañ,eros \para •d·ecirles: «Tiriste está mi al1na hasta la muerte. Quedaos a,quí velan·do». Y separán, dose un poco 1 cayó en tierra, ·dicienclo en su oración : «Padre míd, sl es posible, pase de mí este cáliz ; mas no se haga co~o yo quiero', sino como quieres tú» ( 1 Mt 26, 39). V,o1vió a sus tr-es amigos ·y los enc·ontró dormitan-do. Y se •dirigió a Pe,dro, -dicie-ndo: «(Pedro, ¿•de modo ·qu·e no ,habé-is po,dido· v·elar una hora conmigo? Velad y orad para no caer en la t 1 entación. El espíritu ,está pro,nto, -pero Ia carne e,s fla·ca» (Mt 26, 40-41). Y s ,e fue •de nuevo a orar repitiendo 1a misma súplica. Tal fu·e la c·onmo·ció;n de su espíritu, qu,e un sudor de ,sa,ngre caía a gotas de su ro,stro. Era la lucha espan-– tosa .de s11 co,n,dición l1umana al aceptar con buena vo,l1mtad, pero con enorme re.pugnan·cia, aquel ·cáliz -que contenía la muerte más humillante y -dolorosa. Una y otra vez se volvió Jesús a sus tres discípulos como buscando consuelo a su soledad. Un ángel del ciel,l se apareció para confortarle. El, lleno de angustia, oraba con más insistencia. Vu·elto finalmente a los discípulos, que tenía11 1os ojos ,cargados de sueño, les •dijo ·Con triste ironía: «¡Ya p·odéis ,dormir y descansar!». Y viendo 1 qu,e no r •eaccionaban, les dijo con se,veri 1 dad: «¡Basta! Ha lle– gado la hora; he aquí que jel Hijo d•el hombre es entregado en Jas ma– nos de los pecadores. Le\rantaos, \ 1 ámonos. Vecl que está cerca el que Ine entr-ega» (Me 14, 41-42). 113 8. - Religión.-2. º

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