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Sin llegar a pensar, como dice Sabatier, que "Las Marcas" son lo más entrañablemente franciscano, la verdad es que allí se fragua las re– formas de los "Espirituales" y los "Observantes" que exigían un mayor acercamiento al Francisco de los orígenes. Las Marcas, pues, por su rusticidad y la forma simple de abordar las cosas, mantuvieron siempre viva esa imagen de Francisco contempla– tivo y pobre, con el riesgo de llevarla muchas veces hasta los límites de la heroicidad y el fanatismo. Surgidos dentro de esta cultura franciscana, los Capuchinos se re– mitirán siempre a Francisco; aunque, dada la época en que aparecieron, estuvieran más fascinados por las formas que por el contenido, a juzgar por el símbolo que tomaron: la forma del hábito usado por el Santo. No obstante, en el fondo subyace la voluntad sincera de "confor– marse en todo a San Francisco, puesto que en tanto somos hijos del será– fico Padre en cuanto imitemos su vida y doctrina". A pesar de esta buena voluntad, lo cierto es que estaban mediatizados por el conocimiento que tenían del verdadero Francisco. La espiritualidad franciscana de los Capuchinos se contiene, fun– damentalmente, en las Constituciones de 1536, aunque posteriormente se hayan hecho varias relecturas, hasta llegar a las Constituciones actuales del 1968. Redactadas por Bernardino de Asti, un hombre de gran cultura teológica y franciscana, hecho al manejo directo de los escritos de S. Francisco y de las antiguas fuentes -cosa rara entre los frailes-sólo ofre– cen, a la hora de facilitar medios "para conocer mejor y al detalle la mente de nuestro seráfico Padre, la lectura de sus Florecillas, y las "Conformidades" y los otros libros que hablan de él". No obstante la imagen deformada que pudieran tener de Francisco, lo cierto es que a través de este documento aparecen encarnados en la época los valores franciscanos de la contemplación, la pobreza, la Fraternidad, la Evangelización,etc. b,-) LA ORACION, MAESTRA DE LOS HERMANOS Si algo importante había para Francisco y sus hermanos era la ora– ción. Revivir la experiencia de Francisco suponía, pués, centrar la propia vida alrededor de Dios; y esto es lo que hicieron los primeros Capuchinos al proyectar la Reforma. 9
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