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Contemplad y ved si hay do, lar semejante a mi dolor. La Virgen, como todos los hombres que mueren en gracia, tenía que resucitar gloriosamente algún día, para recibir en cuerpo y alma el premio de sus buenas obras. Los demás hombres resucitaremos al fin del mundo, después de que nuestro cuerpo se haya corromp:do en el sepulcro. La resurrección gloriosa de la .Virgen Santísima no podía esperar a verificarse al fin del mundo. Pues la victoria de Cristo sobre el diablo, el pecado y la muerte se realiza plenamente por la glorifica– c:ón del cuerpo; y no podía quedar mucho tiempo sin la glorifica– ción total la que, con Cristo, venció plenamente al diablo, al pecado y a la muertt. Era, además, conveniente que la que fue Madre de Cristo ha– biéndolo I1evado en su seno, siguiera la misma suerte de su Hijo, subiendo luego glorlosa en cuerpo y alma al cielo. 11
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