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En realidad los guardias resultaron· testigos de la resurrección de Jesús, pues ¿cómo pueden decir que fueron los discípulos los que robaron el cuerpo de Jesús si es que ellos estaban dormidos? Jesús se apareció después a los suyos en diversas ocasiones por espacio de cuarenta días, hablándoles del re,ino de Dios. En la últimq- aparición fue con sus discípulos hasta el monte de los Olivos y les mandó esperar en Jerusalén hasta recibir la virtud dd Espíritu Santo, Pé!fª ser testigos de Jesús por toda la tierra y predicar su ·doctrina a todas las gentes, bautizáQdolas en el nombre del Padre y del Hijo y del &píritu Santo. «Diciendo esto, y viéndole ellos, se elevó, y una nube le ocultó a sus ojos. Mientras estaban mirando al cielq, fija la vista en El, que se iba, dos varones con hábitos blancos se les pusieron dela!]te y les dijeron: "Varones galile_os, ¿qué estáis mirando al cielo? Ese Je– sús que ha sido llevado de entre vosotros al cielo, vendrá así como le habéis visto ir al cielo"» (Hech 1, 9-11). La Resurrección y Ascensión de Cristo ponen el sello triunfal a toda su vida y doctrina. t:os hombres que acepten su doctrina y vivan su vida, también triunfarán con El. Esta es la esperanza de los cristianos. Cristo, sentado a la diestra del Padre. intercede por nosotros. Y aunque no se manifi esta a nuestros ojos, el Señor continúa en la Iglesia mediante el Espíritu y con la presencia corporal de la Euca– ristía. El mi smo promet ió al privar al mundo de su vista : «Yo estaré con vosotros hasta la consumación del mundo» (Mt 28, 20). Esta es la seguridad de los cristianos. Dialogo y Repaso 1. Creer que no se necesita a Cristo para nada es el mayor engaño. ¿Por qué? 2. El misterio de Cristo sucedió una vez en la historia, pero sigue también presente entre nosotros. ¿Cómo? 3. Pondera los sufrinúentos del Señor respondiendo a las pre– guntas: ¿quién padece?, ¿qué padece?, ¿cómo padece?, ¿por qué padece? 63

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