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Lucas: « Fue enviado de parte de Dios el ángel Gabriel a una ciu– dad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con . un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Entró el ángel en su presencia y la saludó así: "Dios te salve, llena de gracia; el Señor es contfgo". Quedóse ella perpleja al oir tales palabras y se puso a pensar qµé significaba aquel saludo. El ángel le dijo: "No tengas miedo, María; porque has encontrado gracia a los ojos de Dios. Concebirás y darás a luz un hijo, a quien llamarás Jesús. Será grande e Hijo del Altísimo; el Señor le dará el trono de David, su padre. Reinará para siempre en la casa de Jacob, y su reinado no tendrá nunca fin". María preguntó al ángel: "¿Cómo podrá ser esto, pues yo no conozco varón?" Díjole en res– puesta el ángel: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti, y el po– der del Altísimo te envolverá como una nube. Y ya ves; ahí está tu prima Isabel, que en su vejez ha concebido también un hijo, y la que era estéril se halla ya en el sexto mes ; porque para Dios no hay ninguna cosa imposible". Entonces María exclamó: "He aquí la esclava del Señor, cúmplase en mí cuanto me has anunciado"» (Le 1, 36-38). 3. JESUCRISTO, DIOS Y HOMBRE VERDADERO Jesucristo es el Hijo de Dios hecho hombre, que nació de la Vir– gen María (Catecismo, n. 65). El misterio de Jesucristo está en que posee al mismo tiempo la naturaleza divina, infinitamente perfecta, y la naturaleza humana, siendo también hombre perfecto. Jesucristo es uno solo, una sola persona. Y esta Persona es la segunda de la Santísima Trinidad. Por tanto, Jesucristo no es persona humana, aunque tiene por la Persona divina toda la perfección de la per– sonalidad humana. Persona es el sujeto que posee la naturaleza intelectual. Cuando un hombre cualquiera dice «yo» soy hombre, se expresa en el yo la persona humana que posee cuerpo y alma. La misma frase «yo» soy hombre, puesta en la– bios de Jesucristo, indica la Persona divina que posee también cuerpo y alma de hombre. Jesucristo es Dios: Así lo testifica El mismo diciendo que es el Hijo de Dios y afirmando: ce Y o y el Padre somos una misma cosa» (J n 10, 30). · y por dar testimonio de esta verdad es entregado a la muerte. 57

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