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la imperfección de lo temporal: a Dios no le hizo nadie y su exis– tencia es sin comienzo; El es el ser necesario que no puede menos ·de existir siempre en la plenitud i~mutable de su perfección. Solemos imaginar la eternidad de Dios como un tiempo infinito de antes y después. Sin embargo, la eternidad de Dios es más bien como un presente que no pasa. Los que pasamos somos nosotros. Dios mismo dice en la Escritura que en El no cuenta él tiempo: «Yo, Dios, que era al orincipio y soy el mismo siempre y seré en los últimos tiempos» (Is 41, 4). 7. INMENSIDAD Y OMNIPOTENCIA DE DIOS Inmensidad de Dios quiere decir que a Dios no se le puede me– dir como un ser corpóreo y que no está sujeto al espacio como lo están los espíritus creados. Lo mismo que no cuenta con Dios el tiempo, tampoco cuenta el espacio. Consecuencia de la inmensidad de Dios es su omnipresencia, por la que se halla en todo lugar y en todas las cosas. Al contrario de los hombres, que, limitados por el espacio, sólo podemos estar cada vez en un sitio, Dios se halla en todas partes al mismo tiempo. Dice San Gregario Magno que Dios se halla en las cosas: 1) Como el ser que todo lo sostiene = por esencia. 2) Como el poder que todo lo hace = por potencia. 3) Como el saber que todo lo abarca = por presencia. Modos especiales de la presencia de Dios: La presencia de Dios es presencia personal y por eso se realiza de di– versos modos. Y lo mismo que es distinta la presencia de una persona a quien se quiere y la de una persona que no interesa, también la presencia de Dios es distinta para el hombre según que esté o no en gracia. Por tanto: 1) El alma en gracia tiene a Dios presente de modo especial, por existir relaciones sobrenaturales de conocimiento y amor. 2) El cielo es donde está Dios de modo especialís1mo, pues allí se hace visible a los ángeles y a los santos. 36
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