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Los buenos cristianos que miran la realidad a la luz de la fe, nada temen tanto como el pecado mortar. Y ·si tienen la desgracia de caer en él, procuran inmediatamente recuperar la _gracia por un acto de perfecta contrición y confesándose también cuanto antes, convencidos de que nada hay más peligroso que el estado de pecado mortal. Demos gracias a Dios por haber puesto a nuestra disposición tantos medios para conseguir el perdón de nuestras culpas. Dialogo y Repaso 1. ¿Por qué ha de ser una función social de la Iglesia el per– dón de los pecados? 2. ¿Son lógicos los hombres al temer más la muerte del cuerpo que la dél alma? 3. ¿Cuál es la condición más importante para obtener el per– dón. de los pecados? LECTURA Ejempl_o de buena reconciliación con la -Iglesia San Raimundo de Peñafort . (t 1275) fue un profesor famoso en la Uni– versidad de Bolonia. Una vez disuadió a un discípulo suyo de gran talento y bondad, que le había pedido consejo, de hacerse religioso. Desde aquel momento empezó Raimundo a sentir un hondo pesar, y el pensamiento le per– seguía día ·y noche y le decía: «¡Ah, Raimundo ! ¿ Qué es lo que has hecho? Has hecho de anticristo, robando a la Iglesia y a Jesucristo un joven de valor que qaizá, quedándose en el mundo, se perderá... » Se arrepintió' Raimundo mil veces y se confesó del mal consejo dado; pero la voz de la conciencia seguía gritándole: «¡Ladrón! ¡Restitución!» Por fin, para remediar el escándalo dado y para dar a Dios y a la Iglesia un -alma más, renunció a la cátedra de profesor y se hizo él mismo religio– so, entrando en la orden de Santo Domingo. Así llego a ser santo. Aplicacion a la vida Una reflexión: En el juicio final de Dios se condenan los pecadores por los pecados; en el juicio de la Penitencia eclesiástica se condenan los pecados salvándose el pecador (Vieira). Un propósito: Aprovecharé las ventajas del tribunal de la penitencia para no sentir un día el rigor del juicio final. 119

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