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ria todo lo que yo os he dicho» O n 14, 26). «Estará con vosotros para siempre el Espíritu de verdad» (Jn 14, 16-17). Sólo si la Iglesia es infalible podía Jesús exigir la fe en su Ji)re– dicación bajo pená de condenación: «Marchad por todo el mundo a predicar, el Evangelio a toda creatura. Quien creyere y fuere bau– tizado, será salvo; pero quien no crea, será condenado» (Me 16, 15-16). Cuando la Iglesia cayera en error, dejarían de ser verdaderas las palabras de Jesús: «Las puertas del infierno no prevalecerán con– tra ella» (Mt 19, 18). Sin embargo, eso no sucederá nunca. Jesús lo dejó bien asegurado: «El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán». (Mt 24, 35). - La Iglesia eterna no puede equivocarse cuando cree que una verdad ha sido revelada por Dios. - Los obispos, aunque cada uno en particular no es infalible, sí lo son todos juntos, bien reunidos en Concilio Ecuménico, bien al enseñar todos en su diócesis - de común acuerdo y en comunión con el Papa- una verdad religios:! como definitiva. 5. CONCEPTO DE INFALIBILIDAD PONTIFICIA La prerrogativa de la infalibilidad compete de modo especial al Romano Pontífice. En consecuencia, el Papa no puede equivocarse cuando define ex cáthedra, es decir, cuando enseña a toda. la Iglesia verdades de fe y costumbres, intentando hacerlo de modo definitivo. La infalibilidad del Papa ·fue definida como dogma de fe en el Concilio Vaticano I, en 1870, siendo Papa Pío IX. La Sagrada Escritura atestigua esta infalibilidad, ya que S:1n Pedro y sus sucesores, según palabras de Cristo, son la piedra sobre la que se fundamenta la Iglesia, que es lo mismo que decir el fund:1mento de donde la Iglesia recibe su firmeza en la fe. Y la Iglesia no puede estar firme en el error. La misma misión del Papa de apacentar con autoridad suprema el rebaño de Cristo exi~e que sea infalible, pues si oudiera confun– dirse, el rebaño de Cristo tendría que obedecer entonces el error. Y esto no puede permitirlo Jesucristo. 1 Jesús dijo expresamente a San Pedro que había rogado para que su fe no desfalleciera y que él se encargara de confirmar en esa fe a sus hermanos (Le 22, 32). La razón es evidente: La h>-lesia tiene que vivir de la fe, y fe significa creer en la Verdad div!na. Y el Pastor supremo de la Iglesia sólo po:lrá apacentarla dirigiéndoia a la Verdad. 111

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