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diaconado, presbiterado y episcopado. (Cf. n. siguiente, las palabras de la ordenación del presbítero). San Pablo recuerda a su discípulo Timoteo la gracia de su or– denación con estas palabras: «Te anwnesto que hagas revivir l_a gracia de Dios que hay en ti por la imposición de mis manos,i (2 Tim 1, 6). 4. LA LITURGIA DE LA ORDENACION SACERDOTAL La liturgia de la ordenación sacerdotal es de las más emocionan– tes ceremonias religiosas. Después de orar al Espíritu Santo e invocar a todos los santos cantando ---o recitando- las letanías, el obispo, en silencio, impo– ne sus manos sobre la cabeza de cada uno de los diáconos que van a recibir la ordenación de presbíteros. Lo mismo hacen los sacerdo– tes que se hallan presentes. Acto seguido, conservando extendida la mano derecha, recita el nhispo el prefacio en que se contienen las palahras de la ordenación: «Rogámoste, Padre todopoderoso, concedas a estos tus siervos la dignidad del presbiterado_: renueva en sus en- Revive la gracia que te fue dada con la imposi...;ión de las manos.

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