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Es, pues, un gravísimo pecado dejar morir sin sacramentos a un familiar, aunque sea por la falsa compasión de no querer asustarle. Es algo parecido a una madre que dejara a su hijo en peligro de cortarse con un cuchillo o de tragarse un a aguja por no mo– lestarle quitándoselos. Los familiares tienen obligación de avisar al párroco cuando el enfermo se halla en peligro. Y han de hacerlo a tiempo, a fin de que el enfermo pueda confesarse tranquilamente, recibir la Unción y el Viático con pleno conocimiento y así quedar bien dispue~to por si Dios le llamara. No hay que olvidar que la muerte vie ne e11a sola y que la prin– cipal tarea del hombre es prepararse para que sea buena; pues la muerte significa el encuentro definitivo del hombre con Dios. Los sacramentos no son otra cosa que encuentros con Cristo y su gracia en la oscuridad de la fe, que disponen al hombre para que el en– cuentro definitivo sea un encuentro de amigos conocidos entre Dios y el alma. Así, la muerte, que parece tan triste mirándola desde esta vida, será el comienzo de la mejor felicidad: ]a eterna. Dialogo y Repaso l. Todo sacramento implica seguridad de que la gracia de Cristo nos acompaña. ¿Tendrá esto un significado es– pecial en la unción de los enfermos? 2. A un avión le falta el combustible en medio del océano. Se avisa a los pasajeros que es necesario tirarse al agua con evidente peligro de muerte para todos. Hay allí un sacerdote con los santos óleos y un señor le pide le administre la unción. /Podrá hacerlo el sacerdote? 3. El sacramento de la unció11 es en la enfermedad un reme– dio espiritual que nos brinda el mejor amigo. ¿Es razo– nable temer la visita del sacerdote más que la del mé– dico? 85

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