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mental y el hecho de que el pecado de los fieles, además de ser ofensa de Dios, perjudica a la Iglesia. 3. Conoces la parábola del «hijo pródigo» (Le 15, 11-32). ¿Qué sentimientos ha de despertar en quien se acerca a la pe– nitencia? LECTURA Pecado y arrepentimiento de David El rey David, a pesar de sus grandes vir_tudes, fue dominado en cierta oca– sión por una pasión desordenada que lo arrastró al pecado. Se enamoró de Betsabé, mujer de Drías, capitán del ejército real. Para poder casarse libremente con ella, David mandó · colocar a Drías en el pues– to más peligroso de la batalla, con el fin de que fuera muerto oor los solda– dos enemigos. Y así sucedió. Pero Dios envió al profeta Natán, qu e dijo al rey: ((En una ciudad había .dos hombres: uno rico, con muchos ganados, y otro muy pobre, con una sola ovejita. En cierta ocasión se presentó en la casa del hombre rico un huésped importante, y queriendo el rico obsequiarle dignamente, en lugar de matar una de sus muchas ovejas, mandó matar la ovejita del pobren. David, al escuchar este relato, se encendió en cólera y exclamó airado: ((¡Vive el Señor! ¡ El hombre que tal cosa hizo es digno de muerte! n Y el profeta Natán le replicó: (< Ese hombre eres tú. Esto te dice Dios: Yo te he colmado de bienes, ¿por qué has hecho lo que era desagradable a mis ojos?n Y Natán le anunció al rey terribles ca6tigos contra su casa, su familia y su reino. Entonces David reconoció su oecado y exclamó, arrepentido: «He pe– cado contra Dios n. Ante lo c:1al dijo Natán: «Dios te ha perdonado el pe– cadon. David, sin embargo, para suplicar le fuera apartado el castigo anuncia– do por el profeta de ver morir a su hijo pequeño, se retiró del trato con las gentes Y. ayunaba, pasando las noches acostado en tierra. Pero Dios le exi– gió esa satisfacción, y el niño mu rió a los siete días. (Cf. 2 Cm, cap. 11 y 12). 72 Aplicacion a la vida Una reflexión: El sacramento de la Penitencia no es una dificultad en nuestras reiaciones con Dios, sino una facilidad para percibir !a oferta del perdón divino y el amor de la comunidad eclesial. Un propósito: Veré en mi confesión y en la de los otros un signo efi– caz del perdón de Dios y del perdón mutuo.
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