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3. Hay personas que se imaginan al hombre virtuoso como un bobalicón e ingenuo que se deja engañar por todos. ¿Por qué es falsa esta idea? 4. No falta quien juzga como auténticamente libre a la per– sona viciosa, porque hace lo que le da la gana. ¿Sabrías razonar cómo la verdad es lo contrario; es decir, cómo el vicio esclaviza y sólo la virtud ·nos libera? LECTURA Buscando al hombre Al filósofo griego Diógenes C-1· 324 a. C.) se le vio una vez por la plaza del mercado de Atenas, en pleno mediodía, con un farol encendido en la mano. Le preguntaron: --¿Qué buscas? Respondió el filósofo. -Busco un hombre. -¿Un hombre? ¿No ves -cuántos hay en la plaza? Diógenes entonces replicó: -Estos no son hombres; son bestias, porque viven según los apetitos animales ... Cristo vino al mundo buscando hombres; pero con una luz capaz de sacarlos de sus vicios y elevarlos a la altura de Dios. «Sabemos que nues– tro hombre viejo ha sido crucificado, para que fuera destruido el cuerpo del pecado y ya no sirvamos al pecado . . . Si hemos muerto con Cristo, tam– bién viviremos con Eln (Rm 6, 6-8). Aplicacion a la vida Una reflexión: Todas las virtudes cristianas se reducen al amor esfor– zado del bien en Cristo. La nQrma fundamental del discípulo del Señor no es ni la penitencia austera, ni la justicia rígida, sino la dulzura de la caridad. Un propósito: Veré en T esucristo al héroe ejemolar de todas mis ac– tuaciones. Amándole a El y a todos por amor de El, ejercitaré las virtudes y lograré la libertad de los hijos de Dios. 119

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